En este videodocumental, se facilitan cinco consejos que te pueden ayudar a dejar de postergar las cosas para después.
El primero, fijar fechas límite para completar tareas; el segundo consejo consiste en dividir las actividades en porciones más pequeñas; el tercer consejo, evitar las distracciones mientras desarrollas la tarea; el cuarto, disminuir nuestros estándares de productividad; y, por último, evitar el perfeccionismo.
«La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría” (Solomon Asch)
En este vídeo se aborda el Síndrome de Solomon. Pero…¿de qué hablamos? ¿A qué nos referimos?
Solomon Asch fue un psicólogo estadounidense mundialmente conocido y prestigioso debido a sus trabajos pioneros en psicología social.
Es un experimento-llevado a cabo en la década de los 50 del siglo pasado-sobre la conducta humana en un entorno social. En él a los participantes(123) se les mostraba tres líneas verticales de diferentes longitudes, dibujadas junto a una cuarta línea. De izquierda a derecha, la primera y la cuarta medían exactamente lo mismo. Entonces Asch les pedía que dijesen en voz alta cuál de entre las tres líneas verticales era igual a la otra dibujada justo al lado. Y lo organizaba de tal manera que el alumno que hacía de cobaya del experimento siempre respondiera en último lugar, habiendo escuchado la opinión del resto de compañeros. La respuesta era tan obvia y sencilla que apenas había lugar para el error. Sin embargo, los siete estudiantes compinchados con Asch respondían uno a uno la misma respuesta incorrecta. Para disimular un poco, se ponían de acuerdo para que uno o dos dieran otra contestación, también errónea. Este ejercicio se repitió 18 veces por cada uno de los 123 voluntarios que participaron en el experimento. A todos ellos se les hizo comparar las mismas cuatro líneas verticales, puestas en distinto orden. Cabe señalar que solo un 25% de los participantes mantuvo su criterio todas las veces que les preguntaron; el resto se dejó influir y arrastrar al menos en una ocasión por la visión de los demás. Tanto es así, que los alumnos cobayas respondieron incorrectamente más de un tercio de las veces para no ir en contra de la mayoría. Una vez finalizado el experimento, los 123 alumnos voluntarios reconocieron que “distinguían perfectamente qué línea era la correcta, pero que no lo habían dicho en voz alta por miedo a equivocarse, al ridículo o a ser el elemento discordante del grupo”. Según Solomon, ello reflejaba: “Por una parte, revela nuestra falta de autoestima, y por otra, que formamos parte de una sociedad que tiende a condenar el talento y el éxito ajenos”.
Así pues, se dice que padecemos este síndrome cuando tomamos decisiones o adoptamos comportamientos para evitar sobresalir, destacar o brillar en un grupo social determinado. Y también cuando nos boicoteamos para no salir del camino trillado por el que transita la mayoría. De forma inconsciente, muchos tememos llamar la atención en exceso –e incluso triunfar– por miedo a que nuestras virtudes y nuestros logros ofendan a los demás.
Tras estas conductas se esconde la envidia. La Real Academia Española de la Lengua, en su vigésimo tercera edición, recoge que es un término que procede del latín invidĭa, y significa «el deseo de algo que no se posee», lo que provoca tristeza o desdicha al observar el bien ajeno. La envidia surge cuando nos comparamos con otras personas y sacamos la conclusión de que tiene algo que nosotros deseamos. Es decir, nos lleva a poner el núcleo en nuestros déficits, acentuando en lo que pensamos de ellos. Así es como se crea el complejo de inferioridad; de pronto sentimos que somos menos porque otros tienen más.
Fuente:http://elpais.com/elpais/2013/05/17/eps/1368793042_628150.html